lunes, noviembre 12, 2007

El Eterno retorno

Fijaos, Nietzsche luchó mucho tiempo por demostrar científicamente la teoría del eterno retorno, nunca pudo, el escape de este mundo fue su demencia. Antes de hacer lo que debía de hacer, es decir, escaparse del común de los mortales, ¿escoger el manicomio? ¡Qué lugar para refugiarse por casi once años!

Su vida errante y toda su miseria (en medio de ella un demonio llamado Salomé) fueron el sacrificio que tuvo que pasar para dejar a la humanidad semejantes regalos como “Así habló Zaratustra”

Bueno, volviendo a eso del eterno retorno, ¿si tuviera razón? Quien siempre encuentra que su vida es una mierda, tendría que darse cuenta que la mierda de vida sería eterna. La vida es bella y a veces es una mierda. ¿Qué podemos hacer? Tratar de que sea lo menos mierda posible. Y esto no es un asunto de egoísmo, debemos buscar la belleza de la vida junto a otras personas: Familia, amigos, novias, perros, gatos, blogs, un buen Marlboro rojo (perdón por el comercial, pero que cigarros tan deliciosos, se me acaban de terminar y es un poco noche para salir a comprar más)

No sé si debamos maldecir o bendecir a Salomé por tratar de convertir en mierda la vida de Nietzsche. Lo mejor es que vendrá eternamente a escribir “el Zaratustra”, con ello un eterno retorno de agradecimientos. No ha Salomé si no a Nietzsche.

Es bello pensar que la vida siempre regresa, quien acepte su ocaso, acepta también su retorno.

Leed lo siguiente:


Y si quisieras morirte ahora, Zaratustra, también sabemos lo que te dirías a ti mismo, aunque tus animales te suplican que no mueras nunca. Hablarías sin temblor, más bien respirarías dichoso; pues a ti, que eres el más paciente de todos los mortales, se te quitaría de encima un peso enorme y una gran congoja. “Ahora muero y desaparezco –dirías- , y dentro de un momento no seré nada. Las almas son tan mortales como los cuerpos. Pero la cadena de causas en la que estoy trabado volverá a producirse y me creará de nuevo. Yo también formó parte de la serie causal del eterno retorno. Volveré, con este sol, esta tierra, este águila, esta serpiente, y no ha una vida nueva, ni mejor ni parecida: volveré eternamente a esta misma vida, idéntica así misma en lo mayor y en lo menor, para enseñar de nuevo el eterno retorno de todo lo existente; para hablar otra vez del gran medio día de la tierra y de los hombres; para volver a anunciar el superhombre una vez más a los hombres. He dicho ya mí predica y a causa de ella me quedo destrozado: así lo exige mi destino eterno; ¡perezco como anunciador que soy! Ha llegado la hora de que quien se hunde en su ocaso se bendiga así mismo. Así termina el ocaso de Zaratustra”

La Cloacas del alma (versión moderada)

Creo en el infierno, porque yo soy el infierno, y, estoy en constante construcción,
¿expansión?  Los que pasan por mi terminan yendo a hacer su propio infierno. Los infiernos se diseminan.


Estoy siendo devorado por mis propias llamas. Es como si me estuviera comiendo mi propia carne, cual cuento de Virgilio Piñeira. Es mi carne ofrecida en holocausto para los dioses del contemporáneo mundo.

muchas cloacas tiene el alma, ha donde vamos a dejar toda nuestra mierda existencial, reconozco una: Dios.



¡Qué tragedia!

“Si te casas, te arrepentirás; si no te casas, también te arrepentirás. Te cases o no te cases, lo mismo te arrepentirás. (…) Si te ríes de las locuras del mundo, lo sentirás; si lloras, también lo sentirás. Las rías o las llores, lo mismo lo sentirás. (…) Si te ahorcas, te pesará; si no te ahorcas, también te pesará. Te ahorques o no te ahorques, lo mismo te pesará. Tanto si te ahorcas como si no te ahorcas, te pesará igualmente. Éste es, señores, el resumen de toda la sabiduría de la vida”

Sören Kierkegaard. (Estudios estéticos)

“Lo mejor de todo es no existir, lo mejor en segundo lugar, morir pronto”

(Creo que es Nietzsche citando a Teogonis)


sábado, noviembre 10, 2007

Pensando en La Antigua (el abuso de nuestra historia)

Preguntas de un obrero que lee


¿Quién construyó Tebas, la de las siete puertas?
En los libros se mencionan los nombres de los reyes.
¿Acaso los reyes acarrearon las piedras?
Y Babilonia, tantas veces destruida,
¿quién la reconstruyó otras tantas? ¿en qué casas
de Lima, la resplandeciente de oro, vivían los albañiles?
¿A dónde fueron sus constructores la noche que terminaron la Muralla China?
Roma la magna está llena de arcos de triunfo.
¿Quién los construyó?
¿A quién vencieron los Césares? Bizancio, tan loada,
¿acaso sólo tenía palacios para sus habitantes?
Hasta la legendaria Atlántida, la noche que fue devorada por el mar,
los que se ahogaban clamaban llamando a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India.
¿Él sólo?
Cesar venció a los galos;
¿no lo acompañaba siquiera un cocinero?
Felipe de España lloró cuando se hundió su flota.
¿Nadie más lloraría?
Federico Segundo venció en la Guerra de Siete Años. ¿Quién
más venció?

Cada pagina una victoria.
¿Quién guisó el banquete del triunfo?

Cada década un gran personaje.
¿Quién pagaba los gastos?

Tantos informes,
tantas preguntas.

(Bertolt Brecht)


Esto me recuerda a Benjamin:





Fustel de Coulanges recomienda al historiador, que quiera revivir una época, que se quite de la cabeza todo lo que sepa del decurso posterior de la historia. Mejor no puede calarse el procedimiento con el que ha roto el materialismo histórico. Es un procedimiento de empatía. Su origen está en la desidia del corazón, en la acedía que desespera de adueñarse de la auténtica imagen histórica que relumbra fugazmente. Entre los teólogos de la Edad media pasaba por ser la razón fundamental de la tristeza. Flaubert, que hizo migas con ella, escribe: «Peu de gens devineront combien il a fallu étre triste pour ressusciter Carthage». La naturaleza de esa tristeza se hace patente al plantear la cuestión de con quién entra en empatía el historiador historicista. La respuesta es innegable que reza así: con el vencedor. Los respectivos dominadores son los herederos de todos los que han vencido una vez. La empatía con el vencedor resulta siempre ventajosa para los dominadores de cada momento. Con lo cual decimos lo suficiente al materialista histórico. Quien hasta el día actual se haya llevado la victoria, marcha en el cortejo triunfal en el que los dominadores de hoy pasan sobre los que también hoy yacen en tierra. Como suele ser costumbre, en el cortejo triunfal llevan consigo el botín. Se le designa como bienes de cultura. En el materialista histórico tienen que contar con un espectador distanciado. Ya que los bienes culturales que abarca con la mirada, tienen todos y cada uno un origen que no podrá considerar sin horror. Deben su existencia no sólo al esfuerzo de los grandes genios que los han creado, sino también a la servidumbre anónima de sus contemporáneos. Jamás se da un documento de cultura sin que lo sea a la vez de la barbarie. E igual que él mismo no está libre de barbarie, tampoco lo está el proceso de transmisión en el que pasa de uno a otro. Por eso el materialista histórico se distancia de él en la medida de lo posible. Considera cometido suyo pasarle a la historia el cepillo a contrapelo.



Walter Benjamín (Tesis de Filosofía No. 6)

La Antigua Guatemala tan peleada hace unos días por los que le quieren poner mano, (Susana Asensio y compañía) es un documento de barbarie. Los historiadores del arte parecen olvidar esto. Si señores el gran arte es un asunto de barbarie, estos maricones enloquecen con cada detalle. Tuve que aprenderme cada nombre del los maestros arquitectos, pintores, escultores, el nombre de los elementos arquitectónicos. Pero siempre pensaba en la cantidad de indios sin nombre, que acarrearon piedras, que murieron en los periodos de construcción: Sangre, sudor y lágrimas: una historia que no nos cuentan.

Dicen que Ubico hizo el palacio nacional, por favor, la mayoría de obras publicas de esta dictadura, corresponden al boleto de vialidad que debían presentar los indios.

viernes, noviembre 09, 2007

Se acabó la U

Entre las peculiaridades más dignas de mención del temple humano», dice Lotz, «cuenta, a más de tanto egoísmo particular, la general falta de envidia del presente respecto a su futuro». Esta reflexión nos lleva a pensar que la imagen de felicidad que albergamos se halla enteramente teñida por el tiempo en el que de una vez por todas nos ha relegado el decurso de nuestra existencia. La felicidad que podría despertar nuestra envidia existe sólo en el aire que hemos respirado, entre los hombres con los que hubiésemos podido hablar, entre las mujeres que hubiesen podido entregársenos. Con otras palabras, en la representación de felicidad vibra inalienablemente la de redención. Y lo mismo ocurre con la representación de pasado, del cual hace la historia asunto suyo. El pasado lleva consigo un índice temporal mediante el cual queda remitido a la redención. Existe una cita secreta entre las generaciones que fueron y la nuestra. Y como a cada generación que vivió antes que nosotros, nos ha sido dada una flaca fuerza mesiánica sobre la que el pasado exige derechos. No se debe despachar esta exigencia a la ligera. Algo sabe de ello el materialismo histórico.

Walter Benjamin (tesis de filosofía de la historia No. 2)



Hay un libro de Sören Kierkegard (ese chavo andaba en algo) que se llama “Lo uno o lo otro”. En el nos recuerda una tragedia de la vida: los niveles de arrepentimiento: “de todo te arrepentirás”. Bueno en mayor o menor medida uno se arrepiente de las cosas que hace, quiero decir, de qué me voy ha arrepentir más: ¿de hacerlo o de no hacerlo? Qué vergueo, puede que en ello vaya incorporada cierta culpa, pero los demás libros de Kierkegard van en eso de la angustia de elegir, o, de dónde proviene eso que llamamos culpa. En eso de lo que uno elige, la condena de ser libre sartreana, ya Sartre nos ha dicho que sólo el futuro le dará sentido a nuestra vida, en tanto nuestra vida sean nuestros actos y éstos significan elegir. El futuro es hoy y, nos está diciendo si tomamos a no la mejor elección.

Antes de seguir quiero decir, que aparte de que siempre haya simpatizado con el marxismo, también lo he hecho con el existencialismo y; éste Kierkegard (cuya vida se parece un poco a la mía) es el padre del existencialismo.

Miren ustedes, eso de los arrepentimientos, es también un asunto que da sentido a la vida, porque hay arrepentimientos pasajeros y otros que permanecen por más tiempo y llegan a causarnos daños muy serios.

¿Para que tanta paja? Tengo 31 años, es el medio día de mi vida (Nietzsche). Terminé mis estudios universitarios, llegué algo viejo a la U, el año que viene espero hacerme licenciado, tengo punto de tesis, plan casi aprobado ¿qué más? No es que me interese mucho ser licenciado, eso es algo por lo que no he sufrido con apremio, pero debo tener cartón para acceder a los estudios de doctorado, vaya tampoco me interesa que me digan doctor, lo que me interesa es seguir estudiando. Para aquellos que se burlan de la San Carlos, que allí la gente solo a pelársela va, que qué desperdicio de recursos. Pues no, hice mi carrera en el tiempo justo, ni un año más.

¿Qué fue la U? lo mejor que me pudo haber pasado en los últimos cinco años, me arrepentía muchas veces, cuando pasaba noches enteras investigando para los trabajos, eso sí, al día siguiente llegaba como la gran puta al trabajo. No se a cuánta gente insulté con esos desvelos, lo fregado es que ahora he aprendido a dormir poco, ya dormiré bien el día que me muera. Cada vez que era fin de semestre ya no quería seguir y, me preguntaba ¿qué putas hago aquí, en lugar de estar echado en mi cama o con alguna mujer querendona? Bueno, eso de la mujer querendona no es muy serio porque soy de los más tímidos. Al final esos pequeños arrepentimientos no son nada con las grandes alegrías que significó para mí la San Carlos. Si no hubiera entrado a la U, entonces sí que me hubiera arrepentido grandemente buscando que hacer. Eso de tener que irme me tiene un poco melancólico.

¿Qué más fue la U? En ella conocí a mi mejor amigo, ese serote sabe lo mucho que lo aprecio, cuando llegó entrado ya el primer semestre pensé que era seminarista y futuro cura, ¡que sorpresa! Es un hijueputa (más que yo), bueno una cosa no riñe con la otra. Tengo otro amigo al que quiero mucho y, que es un borrachazo, el muy hueco se cambió de carrera en el camino y se metió ha cosas de mulas pero bueno también esta a punto de graduarse. Los tres hemos vivido ¡aquellas borracheras! Ah, ¡que momentos tan felices! Somos unos patanes, mal hablados, irreverentes, cosa que al final hasta algunos de nuestros profesores llegó a gustarle. A veces me imagino dando clases con malas palabras en la U, eso sería maravilloso. Con los amigos se chupa y toda la cosa, pero ellos saben también ser un refugio en los momentos difíciles. Entre ateos y teístas, aquellas chingaderas fueron de lo mejor, los pequeños arrepentimientos no son nada comparados con los gratos momentos de esta mi juventud.

También tengo dos amigas de carrera, una de ellas acaba de tener una pérdida irreparable, hemos estado con ella y esperamos seguir estando. Lo que más me impresiona de ellas es que nos hayan hecho huevos a pesar de lo patanes y borrachotes que hemos sido, deben querernos mucho.

Finalmente todo lo que hayamos aprendido puede ser paja o cierto, pero la amistad, esa si que es verdadera. Todos/as fueron siempre mis amigos/as a pesar de mi comportamiento bipolar, quiero decir, que siempre me hicieron huevos, yo era el loco del grupo.

Estamos muy concientes de una cosa, la universidad nos la ha pagado el pueblo, y tenemos que devolverle algo. En cierta medida ya hemos empezado a devolverlo escribiendo en los blogs contra la injusticia, partiendo de los postulados teóricos que hemos aprehendido.

Casi me olvidaba de algo, ¡que mula! Los maestros/as que tuvimos, cuatro de ellos merecen toda nuestra devoción, no se limitaron a ser los malditos que siempre te quieren tronar. Ellos actuaron de una manera muy pastoral, no se limitaron a preguntarnos que habíamos aprehendido o a enseñarnos bancariamente. Ellos se interesaron por nuestros problemas personales, de ellos yo siempre estaré agradecido.

A parte de la despedida del grupo más amplio, con el grupo de mis íntimos agarramos furia y mar. Que ni nos busquen.


miércoles, noviembre 07, 2007

¿En Dónde Urgía Mano Dura?

Tendencia a definirse por lo que no se es

Quizá sea el terreno político el que mejor se presta para ejemplificar sobre la tendencia mayoritaria del ladino de adherir a los “antis” (definiciones negativas, definiciones a medias o no definiciones): antifascista, anticomunista, etc.

Al fracasar en la búsqueda de una definición grupal y, además, positiva, se ahoga en los “caudillismos” y políticamente se define como “cabrerista”, “arevalista”, “catillo-armista”, etc.; con su complemento inseparable de “anti-cabrerista”, “antia-arevalista”… Solo cuando quiere señalar, peyorativa o acusatoriamente, a un contendiente lo destaca como miembro e un partido, facción o agrupación: “comunista”…

Temor a un enemigo imprecisable

Un hecho que no puede dejar de mencionarse es el referente al giro especial que toma el “caudillismo” dentro del grupo ladino, sobre todo en los sectores de derecha: la búsqueda de un hombre para gobernar. Pero ese hombre no es vislumbrado por atributos de virilidad ni se identifica con la figura paternal; más bien, su imagen se confunde con la de un sujeto que humilla, que golpea, que tortura, prevalido de poder y basado en la arbitrariedad. En realidad, no se trata de un hombre sino de un sub-hombre. Lo dicho da la clave para reducir en qué medida se presiente un acoso cuya verdadera fuente no puede señalarse ni objetivarse; solo los efectos salen a la superficie a través de una agresividad ciega que pone el sadismo como punto de partida para la defensa y el ataque.

Hay otras representaciones colectivas ladinas que pueden ligarse con la anterior. Por ejemplo: una muy difundida por todo el país que consiste en vaticinar que “cualquier día de estos, los indios van a bajar de la montaña y nos van a matar”. Se trata de una historia muy extendida en los pueblos del interior y que contrasta, desconcertadamente, con las afirmaciones despectivas que salpican la conversación cotidiana cuando, por casualidad, se tiene que mencionar a los indios. El hecho real es que, en las profundidades de la conciencia ladina, el indio está inevitablemente presente, pero en la forma de una sombra colectiva, recriminadora y amenazante. Esta situación contribuye a mantener estable la crisis de identidad del ladino; su contradicción es, pues, la estabilidad de su inestabilidad.


Parte del ensayo: "El Ladino un ser ficticio" de Carlos Guzmán Böckler. desde 1970.

Dos manchas anaranjadas en todo el mapa nacional.