domingo, marzo 29, 2009

No te juntes con la chusma

Hace unos días secuestraron a Gladis Monterroso de Morales, esposa del Doctor Sergio Morales, Procurador de los derechos humanos de Guatemala, la amenazaron y la torturaron. Enseguida se escuchó a la canalla (jauría de perros carroñeros) saltando de felicidad y complacencia. No es difícil de identificar es el desplazamiento de la chusma. Esta es la que identifica en la figura del Procurador a un enemigo de la población que defiende a los criminales. He escuchado y leído cualquier cantidad de comentarios sobre este caso: “Qué bueno que le pasó al marrano para que deje de defender criminales”

Bien sabemos que la chusma no es nada original y sus apriorismos en contra del Procurador y sus actividades están insufladas por unas gentecillas que pululan por los medios de domesticación masiva.

En este sentido la chusma es un arma elemental para los politiquillos guatemaltecos: “Urge mano dura” “Es necesaria la pronta aplicación de la pena de muerte”, “Hay que poner Estado de Sitio” ¡Corran! ¡Corran! La chusma es una excelente clientela política.

La chusma

La vida es una fuente constante de alegría, pero allí donde acude también la chusma a beber, los pozos quedan envenenados. Me gusta la puro, por eso no soporto los hocicos burlones y la sed insaciable de los impuros. Miran al fondo del pozo y allí veo reflejada su repulsiva sonrisa. Con su lascivia han envenenado la santidad de las aguas y, al llamar placer a sus sueños obscenos, han envenenado incluso las palabras (…) Y muchos de los que llegaron como un ángel exterminador y como tormenta de granizo sobre la cosecha, sólo trataban de ponerle el pie en la boca a la chusma para hacer que se callara. (Así Habló Zaratustra)

domingo, marzo 22, 2009

Sobre lo que se está discutiendo ¿pasado o presente?

Karl Marx escribió una vez lo siguiente:

“Los hombres hacen su historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado”

Por cierto que hacer la historia es un acto de responsabilidad, es algo que nos compete sola y exclusivamente a los humanos. Estamos suspendidos en este presente haciendo historia por cuenta propia, somos dueños de nuestras propias ideas, de nuestras propias fuerzas, y de nuestros propios anhelos y esperanzas. Pero ¿queda tiempo en este país para tener anhelos y esperanzas?

Los medios de difusión se han especializado en transmitirnos a diario la desgracia, el sufrimiento y la desesperanza (ésta forma es su mejor caratula y, somos una sociedad panóptica). Los actos sociales pasan ante nuestros ojos a convertirse en actos naturales, no son más hechos históricos, esto significa susceptibles de ser cambiados, sino que son formas eternizadas del acaecer (naturalización de la historia), así como vuelve el sol en la mañana, esperamos también la muerte y la desesperanza, el eterno retorno de la mismo. Escándalo, contemplación y anomia. No hay esperanza, aunque gobierne la UNE y lo que sus siglas signifiquen. No hay redención porque no hay un pasado citable, puesto que todavía no existe un pasado. Otra vez Marx:

“La tradición de todas las generaciones muertas oprime como pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal”

Un país que habla con dignidad de su pasado, es un país redimido. El pasado no se hace citable por su grandeza, sino por la superación de éste. En esto consiste precisamente la grandeza de una sociedad en su momento, su pasado no le causa vergüenza porque lo ha dejado transitar. La soltura con la que se habla del pasado es el resultado de haberse liberado de su peso.

Mientras no se dé un vaciamiento del tiempo, la historia seguirá haciéndose siempre en cada instante pesada. De esto es que se hable para nuestro país del peso de la historia o del peso de los siglos.

Este país está marcado por una decadencia de la cultura teórica, la chusma se apoderado de ésta. Estas gentecillas piensan que historia quiere decir pasado, entonces invitan a salirse de la historia: Invocación a la nada, al nihil, al abismo, a la ignorancia, al desden. Sus venas hemorroidales se inflaman cada vez que conmemora, cada vez que se recuerda, cada vez que se llora a los caídos, cada vez que se denuncia la barbarie. Como tal tratan de minimizarla al tiempo que minimizan los efectos de ésta: Hoy se habla de que “no fueron tantos los muertos”; “siempre ha existido violencia”; “que no hubo genocidio”; “genocidio el que hizo Hitler”; “que no fue una política de Estado”; “no hubo planes sistematizados”; etc.

El alud de informaciones corrompe y estupidiza al tiempo que nos esclaviza a un pasado que no queremos aceptar, por lo tanto no lo podemos superar. Theodor Adorno y Max Horkheimer han dicho:

“No se trata de conservar el pasado, sino de realizar sus esperanzas. Mientras que hoy el pasado continúa como destrucción del pasado”

Esto de realizar las esperanzas del pasado, no lo hace eterno, sino que nos hace tener una experiencia única con él. Esta es una forma de entender la revolución, Luego no podemos elegir nuestro pasado, pero si podemos redimirlo.

Un amigo está planteando una investigación sobre los pilotos de buses y le digo sarcásticamente: “apuráte que te vas a quedar sin sujetos de investigación”

¡En qué país vivimos! Si ¿En qué país vivimos? Todos los días nos encontramos con este nuestro país, así como nos ha sido legado. Cada uno de nosotros es, a decir de Ortega y Gaset, junto a nuestras circunstancias. ¡Pero qué circunstancias! Sin embargo seguimos siendo dueños de nuestra esperanza, de nuestro anhelo, de nuestras ideas, todas ellas dimensionan el tamaño de nuestra fuerza, fuerza mesiánica diría Walter Benjamín.