lunes, junio 15, 2009

Suicidio 2

“Sólo quien es vida puede resucitar a los muertos. y a menos que Él me nombre, permanezco muerto y mi silencio es el silencio de la muerte” (Thomas Merton: pensamientos en la soledad)


¿Qué valoración del suicidio tiene nuestra sociedad? Disímil puede ser la respuesta, sin embargo el hecho que la vida pueda volverse complicada de repente permite que todos hayamos pensado más de una vez en cometer suicidio.


La doctora Modenesi elabora en este artículo una lista de los condicionamientos hacia el suicidio. En todo caso todos nosotros tenemos de alguna manera gérmenes suicidas. ¿Cómo nos hemos sentido cuándo hemos considerado el suicidio? Más o menos así o con más intensidad han sentido quienes se han suicidado. (Siguiente artículo)


El suicidio es un acto de libertad, porque el ser humano está condenado a ser libre. ¿De qué tipo de libertad hablo? De la que optamos frente a todos y cualquiera condicionamiento. ¡Tenemos la libertad de suicidarnos! Dicho sea: los condicionamientos retan a nuestra libertad.


La libertad sólo puede ejecutarse dentro de la historia, por ello entendemos que el suicidio sea histórico, nadie puede desbandarse de la historia. De esta manera todos cargamos factores religiosos, sociológicos, psicológicos, económicos, biológicos, etc., que ponderarían de alguna forma nuestras tendencias suicidas. Sin embargo no todos hemos decidido suicidarnos (la mayoría), ponemos en paradoja la vida y la muerte, es decir elegimos entre estar vivos o suicidarnos.


Tanto la vida como la muerte son acontecimientos históricos, por ello están cargadas de sentido, el sentido, por supuesto, difiere de unos a otros, pero esta allí. En “Ante el vacío existencial”, dice Viktor Frankl:


“También el suicida cree en un sentido, sino de la vida, (es decir) de la prolongación de la vida, sí al menos en un sentido de la muerte. Si ya no creyera en ningún sentido, no podría ni tan siquiera mover un dedo y por lo tanto tampoco se suicidaría”


En sus barruntos la filosofía occidental se preguntaba por el fin último del ser, el bien supremo de lo humano, lo mejor de todo, lo más asequible. Aristóteles en el Eudemo, pone en boca de Midas y Sileno lo siguiente:


“Midas pregunta a Sileno cuál es el bien supremo, éste señala con pesar la miseria y la infelicidad humana, y contesta: Es enteramente imposible que los hombres alcancen el bien supremo; los hombres no pueden participar de la naturaleza de lo supremo. Pues el bien supremo para todo hombre o mujer es no haber nacido. Pero si nacieron, es lo mejor -esto sí que pueden alcanzarlo- morir lo antes posible.”


Sintetizando a Sileno: lo mejor de todo es no existir, y lo segundo más importante, morir pronto.

Continuará

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