Nietzsche decía que no hay peor mentira que la que tiene un poco de verdad. Valga esto para afirmar la
desenfrenada hipocresía de muchos guatemaltecos.
El concepto de raza es una
construcción social, no existe una raza per se, pero se ha hecho necesaria para
que luego se manifieste el racismo. ¿Pero puede alguien denunciar el racismo
siendo así mismo racista? En todo caso se denucnia así mismo o, quiera resultar un gran mentiroso aunque su denuncia
tenga un poco de verdad.
Luego, existen racismos
burdos y refinados. Digase esto para esa caterva de hipócritas que comentan por
aquí y por allá a cerca de Claudia Jo Ríos. Está tan de moda el exotismo, el
culturalismo, el turismo y todos los ismos, que la santa inquisición cae contra
quien no tiene cuidado de lo que escribe. Ignotos de si mismos no se dan cuenta
que exudan racismo y, los que se dan lo esconden. A Claudia Jo le afloró el
racismo –como de repente aflora- y llevo días viendo como funcionarios de gobierno
y comentaristas de blogs se rasgan la vestiduras cuando el racismo está tan
naturalizado que hasta Roxana Baldeti dijo de repente: “como voy a dejar yo a
mis indígenas”
Somos un país racista,
machista y homofóbico; estas características las reproducimos tanto hombres como mujeres
pero las manifestamos “en confianza, entre amigos”, como que fuera Agencias Way
(valga la publicidad). Fuera de ello nos desplegamos como incluyentes,
tolerantes y amantes de la diversidad.
El racismo es una estructura
incrustada en la historia de las mentalidades en Guatemala, es digamos, una
estructura de larga duración. Sin embargo el presidente, la vicepresidente y los
diputados, los ministros, los gobernados, etc., nos vemos tan políticamente
correctos con respecto del grupo sobre el que se ejerce racismo; prueba de ello
el discurso de Otto Perez en la celebración del día internacional de los
pueblos indígenas.
1 comentario:
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