lunes, noviembre 30, 2009

LA MALA EDUCACIÓN: En el día mundial de lucha conta el SIDA

Hace unos años, cuando estaba en la universidad tuve que elaborar un ensayo sobre la película “La Mala Educación” de Pedro Almodovar. Recuerdo haber llegado a la conclusión que para mí la “mala educación” es la que no se ofrece, la que se niega, la que se oculta con el torpe fin de proteger al educando; la posición del educador en este caso se desplaza desde la de un formador a la de un eminente mesías del educando. En fin, acaso Almodovar quiera haber ajustado cuentas con los curas que lo educaron.

Todo esto al caso que hoy se celebra el día mundial en la lucha contra el SIDA. De sobra sabemos la relación que tienen la educación y esta pandemia. La educación, por supuesto, es formativa tanto en la casa como en la escuela, es un elemento vital en la formación de la conciencia de cada individuo y en gran parte impele las actitudes que este tomará ante la vida. La educación concita un halo de responsabilidad en cada individuo, quiero decir que si bien lo hará libre también lo hará responsable. Decía el doctor Viktor Frankl que recomendaba a los norteamericanos colocar adjunta a la estatua de la libertad una estatua de la responsabilidad. Libertad y responsabilidad son dos conceptos que según entiendo templan el accionar de una persona educada.

Comprendemos entonces que el VIH tendrá mayores problemas si se encuentra con personas bien formadas, es decir, personas a las que no se les ocultó para no exponerlos, más bien se les previno antes que ellas mismas se expusieran a la vida. La mayoría de la gente no vive solamente zampada en una Iglesia o en un internado o en una escuela, la mayoría de la gente vive, y listo, está expuesta.

El asunto del VIH y su expansión interpela en su gran responsabilidad a la Iglesia tanto católica como Evangélica, que por andar protegiendo a sus ovejas de probar “el fruto prohibido” para que no se enteren del bien y del mal –caso viejo y ya resuelto– toma constantemente una actitud oscurantista, negra como el ambiente de película de Almodovar. Y este es un tema tan contemporáneo con la polémica ley de educación sexual.

Hace unos doce años asistí a la agonía de Rigoberto, esa misma noche que lo visité murió, recuerdo que abrí las escrituras en el libro de Job e intenté leer: “sé que mi redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de desecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios…” Casi no podía terminar de leer el texto, la imagen era desgarradora y me puse a llorar y me salí por un momento, mi papá y mi mamá fueron más valientes ese día. Luego traje a su esposa hasta su casa, traté de explicarle sobre el dolor humano y esas cosas; al día siguiente se hacían los preparativos para un funeral. Me pregunto ahora por la educación que recibió Rigoberto.

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