domingo, agosto 31, 2008

Retos

“El hombre moderno se mira así mismo y se dice: no sé qué hacer, soy la esencia del no saber qué hacer” (Nietzsche en El Anticristo)


Cada paso, cada palabra, cada situación que experimentamos ¿son acaso ordenados por la providencia? Hace tiempo que nos hemos alejado del Deísmo y del Providencialismo. Pero también podemos estancar nuestra real humanidad y dejarnos llevar el jusnaturalismo, por el historicismo o por el psicologismo.

Tiendo a ver estas situaciones de la siguiente manera: 1) marionetas de un titiritero; 2) piedras que arrastra un río llamado naturaleza; 3) piezas de un tablero de ajedrez y; 4) síntesis de impulsos.

Es evidente que estamos sometidos a condicionamientos religiosos, biológicos, psicológicos y sociológicos pero, como ha dicho Viktor Frank: “(el hombre) no está libre de condicionamientos y ni siquiera es libre de algo, sino que solo es libre para algo, quiero decir, libre para adoptar su propia postura frente a todos los mencionados condicionamientos”

Un condicionamiento objetiva la acción subjetiva, lo subjetivo deforma lo objetivo, le da nueva forma. Al dejarnos seducir por determinismos volcamos hacia ellos la responsabilidad de nuestros actos y desvalorizamos nuestra libertad individual.

Si nos sentimos, digamos, destinados, no hay más, la vida pierde sentido en tanto pierde un deber hace ante. Una marioneta del destino no se pregunta por el sentido de su vida y de sus actos.

Por cierto que el destino no existe sino como construcción cotidiana. Esto me recuerda el mito de Sísifo, todos nos levantamos cada día con la misma tarea: construirnos y autodestinarnos.

Tenía una discusión con un amigo, este me decía: “siento que vengo destinado para ser grande y estoy desperdiciándome o me están desperdiciando”. Le pregunté ¿quién te destinó? ¿Quién o qué no te aprovechan?

Ya recuerdo aquella frase de Nietzsche en El ocaso de los ídolos: “El hombre es de pies a cabeza un fragmento del destino, una ley y una necesidad mas para todo lo que está por venir. Si esto cambia, cambia todo, incluso lo que ya ha sucedido”

¿Cómo tomar lo anterior? Esta frase va en contra del asumir un dictado externo, es decir, contra aquellos que te dicen como debes ser y actuar: un santo, un virtuoso, cosas como estas. Es en general un ataque contra los moralistas (el moralismo es una forma de determinismo). El hombre es por tanto un fragmento en cuanto asume su propia incertidumbre ante la vida. ¿Quiero ser un santo, quiero ser un virtuoso, quiero ser un moralista?

Otro peligro que corre nuestra libertad individual tiene que ver con la opinión de los otros. La gente nos puede aconsejar, pero la responsabilidad de nuestros actos y de nuestros pensamientos es, ante todo, siempre nuestra. Esto puede ser angustiante pero es el reto más profundo de nuestra libertad. Además pensar en la fidelidad de nuestros actos significa sentirnos adultos.

Nos encontramos siempre ante un deber hacer propio, cuyo significado le da sentido a nuestra vida. Interesante resulta que este deber hacer ante una situación difiera aún del deber hacer de nuestros amigos ante situaciones similares, pero ello significa ser independiente.

Erradicar la responsabilidad de preguntarnos a nosotros mismos sobre nuestro deber hacer ante, significa no asumirnos dueños de nosotros mismos, ni de nuestros pensamientos, ni de nuestros actos.

Es un asunto muy similar a los determinismos, al no preguntarnos a nosotros mismos queremos desbordar la responsabilidad de nuestros actos hacia los que llamamos nuestros consejeros. Estos últimos además terminan empoderándose de nosotros, es un juego que llega a gustarles y tal vez a gustarnos.

Es un viejo asunto que se ha venido llamando dialéctica del amo y el esclavo. Desde el viejo Aristóteles que en un texto llamado “la política” interpretó bajo su observancia que el esclavo es un ser que no puede valerse por sí mismo, en tanto es falto de razón. Por ello, según el citado texto al esclavo le era conveniente ser esclavo cuando éste es alumbrado por la luz y la razón de su amo. ¿Podía un esclavo tomar sus propias decisiones? No. ¿Somos acaso unos de naturaleza esclava y otros de naturaleza señorial?

Creer como creía Aristóteles que hay hombres que nacen esclavos por naturaleza es un pensamiento descontinuado. La historia ha demostrado que eso que llamamos razón está presente en todos los seres humanos, luego se necesita valor para asirse de ella. Kant en uno de sus muchos escritos titulado “¿Qué es la Ilustración?” decía: “Ten el valor de servirte de tu propia razón”

Retomemos al esclavo, éste no es responsable de sus actos, todo lo que hace es ordenado por su amo, a él debe rendirles cuentas. ¡Qué situación más cómoda! Me refiero a no rendirse cuentas así mismo, al final él no se importa. Los romanos incluso llegaron concebir al esclavo como instrumento parlante, un instrumento como el buey, el arado, etc. Un instrumento no se pone a trabajar por sí mismo, necesita de su operador.

Desde Aristóteles hasta Hegel esto se vio como natural y conveniente, el último filósofo veía el colonialismo como un asunto necesario para guiar hacia la civilización al salvaje colonizado.

La dialéctica del amo y del esclavo es una relación enfermiza, tanto se destruyen tanto se construyen, pero en la que ambos polos viven alimentándose política, económica y sicológiamente. (Fanon, Memmi, Sartre, Balandier)

El amo le dice al esclavo: “usted no piensa” el esclavo se lo cree y le contesta: “piense usted por mí y yo le doy de comer, usted tiene derecho a explotarme porque es el que piensa”.

Llegamos en este asunto más lejos, Nietzsche planteó que la actitud servil del esclavo menoscaba la virtud del amo, es decir lo que esencialmente lo hace amo. Este último se vuelve haragán, estúpido, débil, en resumen deja de enfrentarse a la dureza de la vida, se vuelve un acomodado de mierda. Me recuerda esto mucho a los maridos huevones que dependen tanto de la servidumbre de su mujer.

Nos aprestamos a escuchar mucho sobre la independencia. ¿Quién desea realmente ser independiente?

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