El día 20/10/06 Gustavo Berganza publicó en el periódico de Guatemala un artículo titulado la Herencia Negativa del 44. Aunque la gente siempre tiende a tomar alguna fecha para denominar una época, debemos de aceptar –aunque nos cuesta a algunos- que el periodo del 44-54, dejó herencias negativas. Por ejemplo el carácter del ejército. Durante los gobiernos de Arévalo y de Arbenz, el ejército se fortaleció como un ente parasitario al que los citados gobernantes le concedieron una cantidad de prebendas económicas y de poder. Sin embargo los dos presidentes tuvieron que lidiar con este ente de corruptela heredado de los regimenes liberales y con una gran cantidad de intentos de golpe de Estado de parte de la alta oficialidad.
Antes de la asunción de Arévalo como presidente se dio un hecho, que ha de marcar en adelante el carácter de la milicia, los civiles que habían participado en la insurrección armada de Octubre fueron solicitados bajo amenaza a que devolvieran las armas que tenían en su poder, de esta manera el ejercito se garantizaba el monopolio de la seguridad nacional y social y un estatus privilegiado ante el resto de la población, muchas veces incluso ante el mismo presidente. En adelante la oficialidad se fue manifestando como el referente más claro sobre el cual podían frenarse o acelerarse los proyectos de la revolución. De esto se fijaron muy bien los gringos.
Uno de los errores más crasos tanto de Arévalo como de Arbenz fue la discrecionalidad y beneplácito que le fueron concediendo al ejército. El ejército y los enemigos de la revolución vendrían a ser la misma absurdez, el ejército no molestó la revolución mientras gozaba de los beneficios de esta o mejor dicho de los beneficios que le concedieron los gobiernos revolucionarios. No fue sino hasta que se vio amenazado, y no por los gobiernos revolucionarios, sino por la amenaza yanqui y de la misma población cuando, dejó de dar su venia al proceso revolucionario y se volvió entreguista (vende patria).
Si bien es cierto durante todo el gobierno de Arbenz la embajada estadounidense estuvo visitado por un sinnúmero de traidores que iban a pedir ayuda para derrocarlo, la dirigencia de los gringos nunca estuvo segura hasta que no capitulara con la dirigencia militar, situación que finalmente terminó dándose. El ejercito nunca fue subordinado al poder civil y, Arbenz estaría confiando a ellos la defensa del país antes que a los grupos civiles que se ofrecieron como los campesinos, al final el ejército terminaría traicionando a la revolución ante la amenaza de derrumbamiento de su poder mismo con la formación de un ejército rural campesino por ejemplo o con la verdadera invasión del ejercito norteamericano. En aquellos días, como ahora, Guatemala estaba llena de maricones por todos lados. El ejército jamás entregó las armas a quienes estaban dispuestos a defender la revolución. Pensemos finalmente en el grupo que en concreción demostró cierto grado de patriotismo: los nuevos propietarios: los parcelarios, que estarían dispuestos a pelear pero nunca les llegaron las armas. El grupo social de los campesinos desde antes de la reforma agraria habría sido menoscabado en cierta forma por el código de trabajo, y luego de la reforma agraria por el ascendente que mostraba se constituyó como una amenaza para las burguesías urbanas y tradicionales, no sería extraño que se vieran constantemente frenados.
Antes de la asunción de Arévalo como presidente se dio un hecho, que ha de marcar en adelante el carácter de la milicia, los civiles que habían participado en la insurrección armada de Octubre fueron solicitados bajo amenaza a que devolvieran las armas que tenían en su poder, de esta manera el ejercito se garantizaba el monopolio de la seguridad nacional y social y un estatus privilegiado ante el resto de la población, muchas veces incluso ante el mismo presidente. En adelante la oficialidad se fue manifestando como el referente más claro sobre el cual podían frenarse o acelerarse los proyectos de la revolución. De esto se fijaron muy bien los gringos.
Uno de los errores más crasos tanto de Arévalo como de Arbenz fue la discrecionalidad y beneplácito que le fueron concediendo al ejército. El ejército y los enemigos de la revolución vendrían a ser la misma absurdez, el ejército no molestó la revolución mientras gozaba de los beneficios de esta o mejor dicho de los beneficios que le concedieron los gobiernos revolucionarios. No fue sino hasta que se vio amenazado, y no por los gobiernos revolucionarios, sino por la amenaza yanqui y de la misma población cuando, dejó de dar su venia al proceso revolucionario y se volvió entreguista (vende patria).
Si bien es cierto durante todo el gobierno de Arbenz la embajada estadounidense estuvo visitado por un sinnúmero de traidores que iban a pedir ayuda para derrocarlo, la dirigencia de los gringos nunca estuvo segura hasta que no capitulara con la dirigencia militar, situación que finalmente terminó dándose. El ejercito nunca fue subordinado al poder civil y, Arbenz estaría confiando a ellos la defensa del país antes que a los grupos civiles que se ofrecieron como los campesinos, al final el ejército terminaría traicionando a la revolución ante la amenaza de derrumbamiento de su poder mismo con la formación de un ejército rural campesino por ejemplo o con la verdadera invasión del ejercito norteamericano. En aquellos días, como ahora, Guatemala estaba llena de maricones por todos lados. El ejército jamás entregó las armas a quienes estaban dispuestos a defender la revolución. Pensemos finalmente en el grupo que en concreción demostró cierto grado de patriotismo: los nuevos propietarios: los parcelarios, que estarían dispuestos a pelear pero nunca les llegaron las armas. El grupo social de los campesinos desde antes de la reforma agraria habría sido menoscabado en cierta forma por el código de trabajo, y luego de la reforma agraria por el ascendente que mostraba se constituyó como una amenaza para las burguesías urbanas y tradicionales, no sería extraño que se vieran constantemente frenados.