martes, abril 14, 2009

El valle de los huesos secos

En medio de este noctambulismo se me han venido estos pensamientos. Y, es que últimamente escucho en su mayoría desolación y desesperanza con respecto de nuestra situación como pueblo, económica, política y socialmente.

Cuando era niño recuerdo haber escuchado muchos mensajes sobre este pasaje del libro de Ezequiel:

1 La mano de Yahveh fue sobre mí y, por su espíritu, Yahveh me sacó y me puso en medio de la vega, la cual estaba llena de huesos.

2 Me hizo pasar por entre ellos en todas las direcciones. Los huesos eran muy numerosos por el suelo de la vega, y estaban completamente secos.

3 Me dijo: "Hijo de hombre, ¿podrán vivir estos huesos?" Yo dije: "Señor Yahveh, tú lo sabes."

4 Entonces me dijo: "Profetiza sobre estos huesos. Les dirás: Huesos secos, escuchad la palabra de Yahveh.

5 Así dice el Señor Yahveh a estos huesos: He aquí que yo voy a hacer entrar el espíritu en vosotros, y viviréis.

6 Os cubriré de nervios, haré crecer sobre vosotros la carne, os cubriré de piel, os infundiré espíritu y viviréis; y sabréis que yo soy Yahveh."

7 Yo profeticé como se me había ordenado, y mientras yo profetizaba se produjo un ruido. Hubo un estremecimiento, y los huesos se juntaron unos con otros.

8 Miré y vi que estaban recubiertos de nervios, la carne salía y la piel se extendía por encima, pero no había espíritu en ellos.

9 El me dijo: "Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre. Dirás al espíritu: Así dice el Señor Yahveh: Ven, espíritu, de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos para que vivan."

10 Yo profeticé como se me había ordenado, y el espíritu entró en ellos; revivieron y se incorporaron sobre sus pies: era un enorme, inmenso ejército.

11 Entonces me dijo: "Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ellos andan diciendo: Se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, todo ha acabado para nosotros.

12 Por eso, profetiza. Les dirás: Así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo abro vuestras tumbas; os haré salir de vuestras tumbas, pueblo mío, y os llevaré de nuevo al suelo de Israel.

13 Sabréis que yo soy Yahveh cuando abra vuestras tumbas y os haga salir de vuestras tumbas, pueblo mío.

14 Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis; os estableceré en vuestro suelo, y sabréis que yo, Yahveh, lo digo y lo haga, oráculo de Yahveh."

Ezequiel 37 (Biblia de Jerusalén)


Recuerdo las imágenes que se me presentaban de niño cuando escuchaba sobre esta lectura: La tumba de mi abuelo Justiniano con los huesos de este amontonados. O la vieja Panguea, más o menos me imaginaba la extinción de los dinosaurios o algo así. ¡Cuántos huesos! ¡Y secos! ¡Y en un valle! Huesos más bien dignos de un museo de historia natural. ¡Aquí yacen los restos de los que fueron y luego dejaron de ser! ¡Murieron!

Luego casi siempre la interpretación era aplicada a la restauración pos exilio de Israel.

Pero miren ustedes que nos recuerda esto:

“Entonces me dijo: "Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ellos andan diciendo: Se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, todo ha acabado para nosotros”


Este pensamiento es asequible a lo que muchos guatemaltecos piensan: la esperanza se cuaja, se desvanece, se muere y junto a ella nuestra nación está como “calaca”.

Sin embargo tenemos en este país profetas que profetizan. El viernes Santo por la mañana me encontré con uno de ellos; acompañe el Viacrucis en San Pedro Sacatepéquez San Marcos y éste lo encabezaba uno de los que yo considero profetas: Monseñor Ramazini. Luego hay muchos más profetas y la mayoría ni siquiera usa sotana, algunos ni siquiera son creyentes en el sentido que nosotros lo entendemos.

Es probable que nuestro país parezca hoy una vega llena de huesos secos, pero la vida regresa todos los días, y, es que la vida siempre regresa. La vitalidad sopla cada mañana y con ella la esperanza de redención y restauración.

En la tradición bíblica la palabra hebrea Ruaj que se traduce como Espíritu, significa viento, soplo o hálito de vida; es así como dice el Génesis:

“Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente”

El texto que hemos citado más arriba (de Ezequiel) es un dialogo entre el hombre y Dios, entre el hombre y la vida, entre la vida y quien la impele. Es un grito desgarrador que demanda al Espíritu que avive, que dinamice su obra.

Mientras no se grite, mientras no se profetice al Espíritu, esto es a la vida, nos seguiremos viendo a nosotros mismos como huesos en un sepulcro y ahora es tiempo de resurrección.

Ha empezado a llover y esto hará que los alrededores de mi casa estén más verdes mañana. Verdes como la esperanza.

1 comentario:

Sebastian dijo...

Muy bonito artículo, calidá, con excepción a lo de Ramazini, pero todo lo demás está muy interesante. Cierto que hay muchos profetas entre nosotros, naturaleza humana, pero la mayoría es anónima, menos política y más práctica.