lunes, agosto 13, 2007

Para Don Álvaro Arzú

Sátira contra el rey de Babilonia



3 Y el día en que el Señor te haga descansar de tu pena y tu tormento, y de la dura servidumbre a la que fuiste sometido, 4 entonarás esta sátira contra el rey de Babilonia. Tú dirás:
¡Qué fin ha tenido el tirano,
en qué acabó su frenesí!

5 El Señor quebró el bastón de los malvados,
el cetro de los déspotas;
6 al que golpeaba con saña a los pueblos,
dando golpes incesantes,
al que dominaba con furia a las naciones,
persiguiendo sin tregua.

7 Toda la tierra descansa tranquila,
se lanzan gritos de júbilo.

8 Hasta los cipreses, los cedros del Líbano,
se regocijan de tu suerte:
"¡Desde que yaces tendido,
nadie sube a talarnos!".

9 Abajo, se estremeció el Abismo
al anuncio de tu llegada;
por ti, él despierta a las Sombras,
a los potentados de la tierra;
hace levantar de sus tronos
a todos los reyes de las naciones.

10 Todos ellos hablan a coro y te dicen:
"¡Tú también has perdido las fuerzas como nosotros,
te has vuelto igual que nosotros!

11 Tu majestad ha sido precipitada al Abismo,
junto con el sonido de tus arpas;
tienes debajo de ti un colchón de gusanos
y te cubren las lombrices".

12 ¡Cómo has caído del cielo,
Lucero, hijo de la aurora!
¡Cómo has sido precipitado por tierra,
tú que subyugabas a las naciones,
13 tú que decías en tu corazón:
"Subiré a los cielos;
por encima de las estrellas de Dios
erigiré mi trono,
me sentaré en la montañade la asamblea divina,
en los extremos del norte;
14 escalaré las cimas de las nubes,
seré semejante al Altísimo!".

15 ¡Pero te han hecho bajar al Abismo,
a las profundidades de la Fosa!

16 Los que te ven, fijan en ti la mirada,
meditan tu suerte:
"¿Es este el hombre que hacía temblar la tierra,
que sacudía los reinos,
17 que hacía del mundo un desierto,
demolía sus ciudades
y no soltaba a sus prisioneros?".

18 Todos los reyes de las naciones
descansan llenos de gloria,
cada uno en su tumba.

19 Pero tú has sido arrojado lejos de tu sepulcro
como un aborto abominable,
como un cadáver pisoteado.
Los que han sido masacrados, traspasados por la espada,
son depositados sobre las piedras de la fosa.

20 Pero tú no te unirás con ellos en una sepultura,
porque has destruido tu país,
has asesinado a tu pueblo.
¡Nunca más será nombrada
una raza de malhechores!


Isaías 14.